domingo, 8 de junio de 2014

Si el reto es vivir los valores, ¡reconócelos!

Para muchas organizaciones, vivir los valores sigue siendo un anhelo más que una realidad. 
Subrayamos lo importante que es que los empleados vivan los valores, para lograr un equipo alineado, motivado y eficaz. 
Unos valores cercanos, inspiradores, bien articulados y coherentes con la misión, son el mejor pegamento cohesionador y el mayor dinamizador del éxito de la compañía, de forma sostenida, reforzando además su identidad de marca dentro y fuera.
Entonces, ¿por qué existe tanta distancia entre la importancia que se da a los valores y lo poco que son ejercidos de hecho

Veamos algunas de las razones que hacen que esto suceda y comentemos qué hacer para reducir esa brecha entre el “se dice” y el “se hace”.

Vivir los valores está bien, pero… ¿es tan necesario?
Esta pregunta, aparentemente neutra, es muy delicada, especialmente si aparece entre los miembros de la alta dirección. Evidencia una falta de visión sobre la importancia de los cómos (cómo nos comportamos y qué valoramos) respecto de los qués (las cosas que conseguimos). Sólo si desde arriba se tiene una visión compartida y comprometida con los valores, pueden darse los siguientes pasos con éxito.

El tamaño importa e impacta
En organizaciones pequeñas con un fuerte liderazgo es relativamente sencillo vivir los valores, ya que están presentes desde el principio y llegan a todos. En organizaciones más grandes y complejas ocurre un fenómeno “sinusoidal” en el proceso de aculturamiento. Al principio será muy costoso ese cambio hasta lograr que se vivan los valores, ya que existe una inercia muy fuerte de funcionar de otra forma. Aquí los comportamientos ejemplificadores por parte de los referentes y el reconocimiento social de comportamientos alineados con los valores, son acciones clave  para el cambio. Existe un segundo momento en el que la pendiente del cambio varía drásticamente; en este momento, el efecto tamaño juega a favor de “vivir los valores” Si ya existe una fuerte cultura implantada, las nuevas incorporaciones rápidamente se adaptarán, sumándose al carro de los valores. Es más, posiblemente éstos hayan sido uno de los alicientes para haberse integrado en la organización.

¿Damos ejemplo?
Creer que los valores importan es un primer gran paso, pero si nos quedamos en el mundo de las ideas y de las intenciones, poco lograremos. Conseguir la adhesión a los valores pasa por dar ejemplo desde el hacer, más que desde el decir. Y, como en tantas otras cosas, la conducta de la alta dirección resulta clave. Predicar dando ejemplo de los valores en el día a día es una de las palancas para el cambio más potentes.


¿Hablamos de las historias que son ejemplo de valores?  
Permitir, incluso fomentar conversaciones sobre hechos y anécdotas alrededor de los valores genera una cultura que consolida e impulsa una mayor consciencia y atención sobre cómo hacer las cosas desde un prisma de valores. Empresas que practican el StoryTelling (o, cuentacuentos, en jerga Mikeliana) y comparten experiencias en primera persona, logran una mayor difusión y arraigo de sus valores en las conversaciones cotidianas; ayuda que formen parte del prisma perceptivo de los empleados a la hora de comprender lo que ocurre en su día a día.
En definitiva, si permitimos y fomentamos actividades, juegos y experiencias en torno a los valores, estaremos sin duda logrando que calen hondo en nuestro patrón de conducta, en definitiva en nuestra cultura, en “cómo se hacen aquí las cosas”.

Y sobre todo… ¿Reconocemos el valor de los comportamientos que ejemplifican los valores?
Dicho de otra forma, ¿premiamos especialmente los hechos, logros y resultados alcanzados con comportamientos alineados con los valores?, ¿ponemos el foco ahí, o al final “da igual cómo se hagan las cosas”, mientras que se alcancen los resultados?
Este aspecto condiciona mucho la realidad de los valores, ya que lograr los objetivos “de cualquier forma” suele ser más fácil en el corto plazo, por lo que podemos estar fomentando el no integrar los valores, incluso sin darnos cuenta. 
Eso sí, podemos tener en la boca constantemente lo importantes que son… sin que nos afecten en nuestro hacer!

Si quieres saber más sobre estos temas, estaremos encantados en conversar sobre cómo trabajarlos de forma natural en tu organización. Ya sabes dónde estamos.

Antonio Delgado  en ad@videobravo.net

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